El Descendimiento

El Descendimiento, apodado “El Reventón” por el desgraciado suceso narrado por Ventura Pérez, posee la particularidad de ser el único que se ha conservado íntegro y armado con la excepción de la Virgen que fue sustituida por una copia en 1757. Fernández concibió una escena teatral de marcada verticalidad compuesta por siete figuras distribuidas en dos alturas que se comunican entre sí, destacando la diagonal que une la mirada de la Virgen al cuerpo exánime de su Hijo, centro este último de todas las miradas y acciones de los personajes. Su cuerpo inerte está siendo descendido mediante un sudario por José de Arimatea y Nicodemo, subidos ambos en acrobáticas posturas en sendas escaleras de mano apoyadas por delante y detrás de la Cruz. Fernández ha logrado plasmar un perfecto estudio anatómico integral dado que ha labrado un desnudo completo velado por un paño de pureza de tela natural. La labra del cuerpo es portentosa pero aún más lo es la cabeza, con un rostro sereno enmarcado por minuciosos cabellos y barbas.

A los pies de la cruz encuentra acomodo un personaje que con un martillo quita el clavo que unía los pies de Cristo al sagrado madero. San Juan se dispone a recoger el cuerpo de Cristo, mientras que la Virgen, desfallecida sobre una roca levanta los brazos para recibir a su Hijo.